miércoles, julio 22, 2009

Aunque no tantos

Mis amigos que tengo en el ciber los he llegado a estimar, aunque ellos puedan pensar que no es para tanto. El aprecio y la admiración por cada uno de ellos difícilmente podrán saberlo y mucho más entenderlo.

Me han tolerado, han aceptado mis temores, aguantado las impertinencias. Son mis amigos aunque ellos no lo sepan… pienso en ellos, a veces con nostalgia, a veces solo por querer saber de sus vidas.

Este post va para aquellos a los que estimo y no son de Perú. El otro grupo. Una de ellas es de Buenos Aires, la primera argentina que conocí, literata y maestra con una sensibilidad para entender y tolerar a las personas que pocas veces he visto. La segunda que conocí, tambien de Buenos Aires, me abrió no sólo las puertas de su blog sino de su vida, su amistad siempre fue incondicional. La tercera que conocí es de Viña del Mar, una traviesa y cariñosa chilenita con un gran amor puro por la gente. Luego vino mi hermano, mi cumpa, el poeta, un amigo de verdad, tambien de Buenos Aires, de los que se interesa por ti y con un talento para la poesía como pocos tienen. Luego vino una linda chica a la que le tomé un gran afecto, un muy gran afecto, ella no era de Buenos Aires, sino de un pueblito del interior de la Argentina, aunque vivía en la capital. Luego dos amigos, peruanos uno de ellos un interesante narrador de historias al cual siempre seguía y el último un futuro tenor con mucho talento para llegar a ser grande.

Pero no me puedo ir si hablar de la última, que bien podría ser la primera, por el aprecio que también le tengo, es española. Nunca conocí a niña con carácter más ecuánime y de tal tranquilidad de alma que siempre me dejaba sorprendido.

Este post es para ustedes… amigos


Hoy me gusta la vida mucho menos...

Hoy me gusta la vida mucho menos,

pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.

Casi toqué la parte de mi todo y me contuve

con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada

y en estos momentáneos pantalones yo me digo:

¡Tánta vida y jamás!

¡Tántos años y siempre mis semanas!...

Mis padres enterrados con su piedra

y su triste estirón que no ha acabado;

de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,

y, en fin, mi sér parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente

pero, desde luego,

con mi muerte querida y mi café

y viendo los castaños frondosos de París

y diciendo:

Es un ojo éste; una frente ésta, aquélla... Y repitiendo:

¡Tánta vida y jamás me falla la tonada!

¡Tántos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije

todo, parte, ansia, dice casi, por no llorar.

Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado

y que está bien y está mal haber mirado

de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,

porque, como iba diciendo y lo repito,

¡tánta vida y jamás y jamás! ¡Y tántos años,

y siempre, mucho siempre, siempre siempre!

(de Cesar Vallejo, poeta peruano)