Edgardo Pallarderi / AMERICA REPORTE
Diciembre 21, 2007
Esta pretenciosa biografía de Abimael Guzmán hecha por el escritor Santiago Roncagliolo, resulta demasiado discretísima . No es ni fu ni fa. Esta para la liga de segunda o de cuarta. Y lo peor, sus datos históricos tienen yerros de aprendiz.
Desde su introducción, el autor, pretende subestimar al lector con un párrafo absurdo de final taradiño y pueril: “La cárcel que encierra a Guzmán fue construida para él (...) para fugarse, Guzmán tendría que atravesar paredes de cuarenta centímetros (...) siete puertas metálicas (...) un campo minado (...) es poco probable que lo intente". (15) Y uno se pregunta ¿tanto rollo para rematar de ese modo sobreentendido?
Luego, detalla su impresión sobre los perros colgados, harto conocida, vista y novelada por un inglés llamado Nicholas Shakespeare. Y, se interroga confundido, como quien dice, pucha, qué debo hacer para seguir en la colada: “¿Por qué un reportaje de Guzmán? Porque vende. O porque creo que es lo único que puedo vender. Siempre he sido un mercenario de las palabras. Escribir es lo único que se hacer y trato de amortizarlo. Ahora vivo en España y trato de hacerme un lugar como periodista “.
O sea, ahora, el hombre quiere quitarle la chamba a Villanueva, Titinger, Galarza y creerse periodista como si las huevas, sin matricularse en una facultad de periodismo. ¿Dónde quedó su gloria de premio Alfaguara como escritor? ¡Qué fácil se es periodista!, ¿no?¿Para qué estudiar la carrera, entonces? ¿Para ser suplantados por otros profesionales?
Con una ostra grandísima, Roncagliolo declara: “Un mes después aterrizo en mi ciudad con la sensación de que me he metido en un lío. Para empezar, no se nada realmente. He tratado de comunicarme por Internet con algunos órganos senderistas"(...) "No encuentro confesiones de criminalidad, algo de sangre, una buen a historia “. (p24-25)
Y, perdido en el espacio, por creerse periodista, el premio Alfaguara, recién se da cuenta que la niñez ofrece muchas cosas y consulta como “practicante" a quienes rodearon a Guzmán en sus años de lingo para justificar su historiucha de marras .
¡Bien que la justifica!
El “investigador periodístico” utiliza como “prodigiosa” fuente, para empezar, la novela de la hermana política de Guzmán que describe a un guerrillero y su ambiente cuyos asuntos debemos creer y, añade un perfil de Guzmán hecho por Shakespeare y otro del SIN . ¡De segunda mano, Dios!
A este dato, acompaña otros de personas que conocieron a Guzmán como anónimos informantes, agentes, ex terroristas que cualquier suspicaz diría que podría haberlos inventado o que son rumores, son rumores; también, personajes públicos, como el sheriff Jiménez, el abogado de Guzmán, la bailarina Garrido, dirigentes como Espinoza, congresistas como Nancy Obregón y la famosa Elena Iparraguirre, pero su expectativa de hacer una biografía decorosa, un combo maldito publicable, un libro de cabecera sobre Sendero, se va al traste. Su reportajucho parece cañería rota y hace agua por todos los orificios. Es wikipedia, datos harto conocidos, tanteos absurdos, accesos denegados, y ni siquiera, cuando intenta humanizar a Guzmán con el asunto que el líder tuvo una novia y, ésta al dejarlo, propició la revolución o que tuvo una hija, convence.
Encima de ello, Santiago Roncagliolo columnista de El Comercio de Perú y El País de España, mete las cuatro en la Historia del Perú.
El capítulo 2 es de antología. El autor escribe: “antes del Imperio inca, en sus alrededores habitaban culturas guerreras como los Wari y los chancas, que se aliaron con los españoles para librarse delos incas” (pp47). Y el historiador Luis Lumbreras en su libro Los orígenes de la civilización en el Perú sobre los Wari dice “Cuando cayó Wari, el prestigio de Pachacamac se mantuvo y aún en tiempos de los incas, siguió siendo de primerísima importancia, conservando sus propios dioses, que seguramente fueron los de Wari, ciudad que en el tiempo de los Incas era ya solo una ruina“ ( pp. 144). Con lo que los Wari no se aliaron con los españoles pues no existían como ejército en el período Inca.
Describiendo al mito de Incarri, Roncagliolo trascribe: “durante el Virreynato, la resistencia mas combativa surgió ahí, en la (...) Mancha India de la Sierra Sur; la revuelta de Túpac Amaru l en 1580 y la de Túpac Amaru ll, doscientos años después. Tras la muerte del segundo (...) la religión forjó la leyenda del Inkarri". (pp. 47)
El historiador Clemente Markham lo hace trizas al referir: “el último inca Túpac Amaru fue ejecutado en 1572 en la Plaza Mayor del Cusco por el virrey Francisco de Toledo, su cabeza quedo clavada en un palo (...) En la noche, los españoles contemplaron sorprendidos como una multitud de indios de rodillas veneraba a su Inca muerto. De esta adoración y de la esperanza surgió el mito de Inkarri, el hijo del Sol que un día uniría sus miembros enterrados en diferentes lugares y volvería para poner fin a la explotación (1).
En conclusión, no fue Túpac Amaru ll , el del mito sino Túpac Amaru I y fue en el Cusco y no en Ayacucho. A estas dos perlas, complementan otro par que denotan el desconocimiento del autor por hechos tan cercanos. En la primera, Roncagliolo escribe: “el general Morales Bermúdez no duro gran cosa. La presión ciudadana e internacional le obligó a convocar elecciones para una Asamblea constituyente en 1979“, ( pp. 82). Y el libro Historia de la República de Enrique Chirinos Soto anota: “El 31 de octubre de 1977 el gobierno convoca a elecciones para la Asamblea Constituyente mediante decreto ley 21949, (pp. 324).
En la segunda, Santiaguín detalla: “la Universidad de Huamanga seguía los principios del fundador del Partido Comunista del Perú, José Carlos Mariátegui, ( pp. 49). Y Chirinos vuelve a ponerlo en su sitio con: “En 1928, José Carlos Mariátegui había fundado el Partido Socialista ( …) muerto Mariátegui, el Partido Socialista bajo la dirección de Eudocio Ravines – futuro apóstata del comunismo-, cambia de nombre para llamarse en adelante Partido Comunista".
¿Dirá Roncagliolo que se le chispotearon dichos datichis porque no vivía por esas lunas o aún se orinaba en la camita Comodoy en el gobierno de Bermúdez?
Ni siquiera eso, pues hasta inventa cargos inexistentes. En la cronología de hechos redacta esto: “Nancy Obregón y Benedicto Jiménez salen elegidos congresistas” (pp. 284). ¿No fue Jiménez, candidato a la alcaldía de Lima? Y en el mejor estilo Bryce, coge una declaración de la entrevista de su amiga Paola Ugaz a Elena Iparraguirre como suya (Ugaz escribe: “¿Cómo decidió abandonar a sus dos hijos y su esposo Javier Verástegui? (...) Me até el corazón con mis tripas y salí sin voltear a tras a riesgo de convertirme en sal “ (Caretas No 1974 pp. 52) y Santiago: “¿he leído un poema suyo (...) en el que explica a sus hijos por qué los dejó para unirse a Sendero.
Debió ser difícil. En realidad, no (...) ¿Así, nada mas? ¿Fue tan fácil? "Fue tan doloroso. Me tuve que amarrar el corazón con las tripas para hacerlo. Pero no fue difícil". (pp. 235).
Lo que continúa a este cuarta espada sin filo de Roncagliolo, es:
1.- Acopio sin datos relevantes (patéticos, la búsqueda del analista de inteligencia Rafael Merino, la entrevista con el abogado de Guzmán que no dice nada, la negativa de Maritza Garrido a soltar novedades, la entrevista con Elena Iparraguirre aparentemente retocada), 2.- Frivolidades que no vienen al caso (¿A quién le interesa saber que Sendero fue un problema sexual para el autor como lo detalla en la página 138 y que salió de pito el año del congreso de Sendero en 1988 a los 13 años?)
3.- Estilo repelente de la segunda persona para intimar con el lector y, que se ha propagado como sarna, en algunos redactores de revistas, dizque de periodismo literario que nadie compra por lo caro y encima aburre ( “Nancy Obregón no es el tipo de chica con quien quieres tener una pelea. Sabe usar armas y golpear carreteras", escribe Roncagliolo en la página 135 y nosotros le respondemos: uy, qué miedo o que ridícula escritura).
4.- Su obsesión por repetir en varios pasajes del libro, su trauma de los perros colgados (páginas 21 79 y 97).
5.- Sus palos, acusando a los escritores de los noventa de pastrulos (Malca, Bayly , etc.) y que él solito se integra, sin pertenecer al grupo “el mundo entero pensaba igual: Bret Easton Ellis; Fuguet, Mañas. ¿Cómo podías ser escritor en los noventa si no eras joven guapo y drogadicto? (61).
6.- Su golpe bajo a los escritores de provincia ( "en la sierra se escribía literatura sobre la violencia política, pero en Lima nos daba igual. Ni siquiera se reseñaba esos libros en el diario. No figuraba en los escaparates ( pp. 61).
7.- Y para terminar, sus misiles solapa contra su jefe que le pagó sus juergas y sus colegas de oficio, cuando fungía de redactorcillo de El Sol (diario peruano que tuvo efímera vida) del fallecido Marsano (“entré como periodista en un diario oficialista, una empresa casi ficticia. Su única utilidad era publicar portadas amables que el gobierno agradecía con su apoyo a otras empresas del dueño. Muchos columnistas políticos no creían en lo que escribían, pero tenían familias que mantener y no se quejaban. Los editorialistas habían inventado un concurso: quien escribe el artículo más rápido a favor del gobierno. El récord estaba en cinco minutos con veinte segundos”), pp. 215.
¿Estaría acusando Roncagliolo de “vendidos” y fujimoristas a los señores Ignacio Basombrío y Ramiro Escobar y Francisco Tumi , quienes laboraban allí y que ahora podrían hacerle juicio?
Quizá, hubiese sido interesante, que Santiaguín ahondase más, en la entrevista a Gustavo Espinoza, quien le planteó la tesis que tras Guzmán ¿estaría acaso la CIA? ( “muchos atentados eran dirigidos por el ejército o la policía(...) Después de poner a Pinochet en Chile, la reacción decidió inventar a Sendero o exagerarlo para fascistizar a la fuerza armada peruana. ¿Alguna vez los republicanos españoles o los montoneros hicieron un apagón como los de Sendero? ¿Alguna vez dejaron una ciudad entera a oscuras? No se puede, a menos que cuente con equipo militar, con información militar “, pp. 66.
Esta cuarta espada o cuarto yerro, devela que Roncagliolo ha escrito este libro con surmenage, pues como periodista o biógrafo, es buen escritor pero, ni siquiera eso, con el funesto antecedente de Abril Flojo, sus tibias novelitas Pudor y El príncipe de los caimanes. Y acaso, en el fondo, tenga razón cuando dice en la página 190, “siento vergüenza de ser lo que soy “. Ustedes que dicen.
Fuente:
• Voces y cantos de las mujeres. Sara Beatriz Guardia, Ed Linea y punto, 1999
• Caretas No 1974. “ La novia de Abimael “ por Paola Ugaz, pp. 49-51
• La cuarta espada. L a historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso. Santiago Roncagliolo, Debate. 2007-11-27
• Historia de la República . Tomo ll 1930-1990. Enrique Chirinos Soto. Afga Editores.
• Los orígenes de la civilización en el Perú. Luis Lumbreras. Ed Milla Batres 1974.
Otro final para no tener problemas
Esta cuarta espada no tiene filo. Mas que un reportaje es un trabajo de recopilación a la loca de documentos y por allí solo chispazos, brillos tenues de algunas fuentes de su peculio. Roncagiolo como periodista de investigación sigue siendo un buen escritor ¿acaso de cuarta?